El cambio climático es una realidad y constituye una amenaza para el medio ambiente y por lo tanto para los seres humanos.
Debemos ser más conscientes de que la solución pasa por nuestras manos, por buscar alternativas a nuestro día a día para contribuir a la reducción de energías que contaminan, tales como el petróleo, el carbón o el gas y optar por energías renovables que además de ser más rentables, consiguen paliar los efectos del cambio climático.
Un hogar ecológico, supone un uso responsable de los recursos dentro del hogar, cuida del medio ambiente y contribuye a su cuidado, mediante pequeñas acciones que generan un impacto positivo para el planeta, acciones tales como tener una alimentación sana y natural (con el uso de alimentos frescos y de temporada), eliminar o reducir el uso de plásticos y reducir el consumo de agua y de energía.
Además de todo esto, también estaría la opción de vivir en una vivienda ecológica como tal, es decir, desde el punto de vista desde su construcción, con materiales naturales que no contaminen junto con un diseño bioclimático para que se adapte a la luz, al sol y a los vientos. Esto significa, tener en cuenta todo lo que la naturaleza ofrece para que el impacto en el planeta sea el mínimo.
Hay que desterrar la idea de que estas viviendas no son adecuadas, por el contrario son mucho más confortables y sanas que las actuales, aunque aún queda mucho camino por recorrer para que la arquitectura sostenible gane terreno, pasando porque la conciencia social en general y con respecto a una vida más ecológica en particular, aumente.
Mientras tanto, debemos pensar que la ‘huella ecológica’ de nuestro paso por el planeta es ya demasiado profunda, con lo que un hogar ecológico, se perfila más temprano que tarde como la vivienda del futuro.